Se puede pensar que el manejo y la organización de nuestro dinero es un asunto que pertenece más a la economía que a la psicología, pero los procesos cognitivos y nuestras emociones dirigen en gran medida nuestra economía.

Desde hace ya varias décadas se estudia, desde el ámbito empresarial, como nuestras formas de pensamiento y emociones influyen en los procesos de compra y adquisición de servicios.

Esta claro que quien no tiene ingresos no puede ahorrar. Y quien gana millones cada mes ahorra sin quererlo. Pero dentro de los que están en los puntos intermedios, hay personas con una gran capacidad de ahorro y otras que gastan más de lo que deberían.

Podemos ver, entonces, que el ahorro está en la mente y no tanto en los ingresos.

Son varios los procesos influyen en nuestras decisiones económicas: pensamientos automatizados, influencias emocionales, factores relativos a la percepción, factores sociales,… En este artículo no vamos a profundizar en ellos (requeriría varios artículos). Vamos a ver un sistema sencillo que puede ayudarnos a gestionar mejor nuestro dinero.

El sistema del que hablamos es la Regla 50-20-30 creada por Elizabeth Warren, antigua profesora de la Universidad de Harvard.

El método propone dedicar el 50% a los gastos básicos, el 20% al ahorro y el 30% a los caprichos.Pero este sistema tiene otras implicaciones. Como se podrá entender, en la economía doméstica, no es tan fácil aplicar simplemente un porcentaje.

Incluso podemos pensar que un 30% para caprichos puede ser excesivo. Pero si analizamos nuestras cuentas podemos ver que, quizá lo estemos superando.

Por esta razón, lo primero, antes de aplicar porcentajes, es saber realmente en que nos gastamos nuestros ingresos.Debemos elaborar una lista con todos nuestros gastos. Todos son todos, grandes y pequeños. Lo ideal es registrarlo día a día.De esta forma, seremos más conscientes del gasto dedicado a cada aspecto.

El siguiente paso es categorizar cada gasto en su porcentaje adecuadamente.

Así que, ¿que son Gastos Básicos? Según la profesora Warren, todos aquellos que son imprescindibles para vivir. Es decir, gastos de alimentación, alojamiento y relativos al desempeño laboral. Aquí entra la comida, el alquiler o hipoteca, los medicamentos, las facturas,… Pero no entra la televisión o el salir a cenar.Dentro de los gastos básicos, debemos ser objetivos para discernir que es realmente necesario. Todos los alimentos necesarios para una alimentación saludable son básicos (carne, pescado, fruta, verdura). No lo son las galletas de chocolate, los bollos o la lasaña congelada.

Es necesario el gasto de transporte para ir a trabajar. Pero debemos separar el exceso de coste que hacemos por comodidad. Si vamos en coche por comodidad, deberíamos incluir ese dinero en la parte de capricho.Un 20% para ahorro. Lo mejor es separar está parte en un lugar diferente al destinado para el resto de gastos. Si lo hacemos a primeros de mes, será más fácil olvidar que lo tenemos y evitar la tentación de usarlo.

Si vemos difícil destinar un 20% al ahorro, podemos, al principio, ahorrar una cantidad menor para ir aumentándola progresivamente.

El 30% para los caprichos también es importante. De hecho, cumple dos funciones decisivas. Por un lado, facilita el trabajo que hacemos en las otras dos partes. Sin está válvula de escape no podríamos mantener el esfuerzo. Por otro lado, nos hace dueños de nuestro gasto. Al tener que decidir consciente y reflexionar en que queremos emplear este dinero, la decisión la tomamos nosotros, y no los procesos automatizados, las emociones puntuales o la presión del marketing.

Este es el principal objetivo de la Regla 50-20-30: hacernos dueños de nuestros gastos y disfrutar responsablemente de nuestros ingresos.

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